Un bocado sencillo, nutritivo y delicioso
Hay algo profundamente reconfortante en una galleta hecha con amor. Pero si además lleva tahini, ese oro líquido del Mediterráneo, el resultado es un bocado que reconcilia el cuerpo con el alma.
Estas galletas de tahini son una joya sencilla pero irresistible. Perfectas para servir en un convite informal o como compañeras de una buena taza de café a media tarde, tienen el equilibrio perfecto entre lo dulce y lo nutritivo. El tahini, elaborado a partir de semillas de sésamo tostadas y molidas, aporta una textura cremosa, un sabor ligeramente tostado y una saciedad que pocos ingredientes pueden igualar.
A diferencia de otras galletas más azucaradas, estas no buscan deslumbrar con el dulzor. Su encanto reside en la sobriedad, en lo auténtico y en esa sensación de que estás comiendo algo que realmente te nutre.
Esta receta forma parte del libro HUMMUS, publicado por Colandcol, una oda al mundo del tahini, los garbanzos y todo lo bueno que la cocina vegetal tiene para ofrecer. Puedes descubrir más sobre este libro aquí.
Para unas 15 galletas
180 g de harina de trigo
125 g de azúcar
½ cdta. de levadura de
repostería
½ cdta. de azúcar vainillado
100 g de mantequilla
125 g de pasta de tahini
[1] Pon a calentar el horno con ventilador a 180 ºC.
[2] Mezcla en un cuenco la harina, el azúcar, la levadura y el azúcar vainillado. Añade la mantequilla junto con el tahini y trabaja la masa con las manos hasta que esté firme y uniforme.
[3] Cubre una bandeja con papel de hornear, forma bolas del tamaño de pelotas de golf y colócalas en la bandeja dejando unos 5 centímetros de distancia entre cada una. Aplasta las bolas con una cuchara para que tengan un grosor de aproximadamente 1 centímetro.
[4] Hornéalas a media altura durante unos 10 minutos, hasta que las galletas empiecen a agrietarse. Déjalas enfriar.
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