¡Café comestible!
Con un eslogan que rezaba «El café que puedes comer», la gelatina de café fue un éxito en la década de los sesenta en Japón, aunque ya existía en Reino Unido y Estados Unidos desde el siglo xix. La gracia es que puedes disfrutar del sabor amargo del café combinado con la deliciosa textura de la gelatina y una cremosa nata. Hay dos formas de hacer gelatina de café: puedes dejar que solidifique directamente en copas de postre o prepararla en un molde más grande y cortarla o sacar bolas con una cuchara y servirla en las copas.
Ingredientes
para dos raciones
300 ml de café fuerte
4 hojas de gelatina
4 cdas. de azúcar blanco
Cobertura
50 ml de nata
para montar (35% M.G.)
½ cda. de azúcar blanco
2 granos de café
Cacao puro en polvo sin azúcar
1 Introduce las hojas de gelatina en agua fría durante unos 5 minutos y luego escúrrelas un poco.
2 Prepara un café muy cargado, añade el azúcar y las hojas de gelatina, remueve y deja que se disuelva todo por completo.
3 Echa el café en un táper y deja reposar para que se enfríe un poco. Guárdalo después en el frigorífico de 2 a 3 horas, hasta que la gelatina esté fría y se haya solidificado.
4 Saca la gelatina con la ayuda de una cuchara y repártela en copas de postre. Sírvela con una jarrita de nata al lado y rocíala sobre la gelatina cuando vayas a comerla.
5 Otra opción para servir es repartir el café con la gelatina disuelta directamente en copas de postre y llevarlas al frigorífico de 2 a 3 horas, hasta que se haya solidificado. Bate un poco la nata junto con el azúcar y rociala sobre la gelatina. Espolvorea con un poco de cacao en polvo y decora con un grano de café.