Tradicional y, sobre todo, riquísima receta
Es el plato del nunca de Carpanta, el de la ensoñación del náufrago, el que recreas constantemente cuando las dietas, el del matrimonio calcolítico; el que sorbes, mojas, el que perfila de glossy los labios gourmet, el que se acaba siempre con todos los dedos, el que hace resbalar el tenedor, el del chorreante homenaje a su servilleta; el de restregar, secretamente, dedo pulgar e índice en el lateral del mantel y su imposible disimulo. Es el plato del antebrazo limpiando en un gesto los labios cerrados, el plato asociado a reyes sudorosos que padecían de gota, el plato-metáfora a todos los gestos del hambre saciada, el del siempre del nunca de Carpanta.
Ingredientes
1 pollo mediano
Sal
Zumo de limón
5 o 6 dientes de ajo
1 cebolla grande
2 rebanadas de pan del día anterior
30 g de almendras crudas peladas
Perejil
1 cucharadita de pimienta negra en grano
1 cucharadita de clavo
125 ml de vino blanco
Agua
Aceite de oliva
1 · Partir el pollo en trozos no muy grandes y aliñar con sal y zumo de limón. Freír en aceite de oliva bien caliente, retirar a un plato con papel absorbente y reservar.
2 · Preparar la salsa: picar 5 o 6 dientes de ajo y 1 cebolla mediana y freír en 2 o 3 cucharadas del aceite de haber frito el pollo. Una vez hechos, pasar al mortero. Añadir más aceite a la sartén y freír las 2 rebanadas de pan y 30 gramos de almendras crudas.
3 · Trasladar al mortero, junto con el perejil, la pimienta negra y el clavo y majar hasta que esté todo bien integrado.
4 · Pasar el pollo a una cacerola amplia, añadir el majaíllo, el vino blanco y un poco de agua, y cocer todo junto durante unos 15 o 20 minutos, vigilando para que no se pegue al fondo. En caso necesario añadir un poco más de agua.
5 · Dejar reposar y servir acompañado de patatas fritas.