Un rico postre, que se puede tomar caliente, templado o frío.
La facultad de la deglutir es el solaz del glotón, así que con tamañas viandas que ofrendamos en este exiguo reducto momentáneo, háganse sus elucubraciones a tenor de la exhibición detenida que es la fotografía y demórense en la glacial plétora del confite agareno. Ingieran ad libitum y recaben el usufructo maravilloso del deleite: ¡Albricias! – musitarán sus holgadas papilas deglutivas- ¡Diantres! – la eficientísima lengua restallará ante el elixir asaz acaramelado. El resalte del labio esbozará una arcaica sonrisa como kurós monolítico.
– Si te gusta zampar y tienes sobrepeso te chiflará este apartado. Basta con echar un vistazo a la foto y lo fliparás mogollón con esta receta de este dulce árabe. Come lo que quieras (luego tocará gimnasio). Tus papilas, que ya estarán del tamaño de una pelota de ping pong, y tu lengua, que mantendrá el azúcar dirán juntas: ¡Hostia! Por fin tendrás una sonrisilla de placer en los labios similar a un modelo de pasarela en su otoño-invierno.
Aquí os presentamos la última receta que nos preparó el genial Omar Janaan como guinda final al Leban u Jiar (Pepino con yogur) y la Macluba. Nos contó que la Mamounía es un dulce árabe que se toma habitualmente en los desayunos ya que constituye un plato bastante completo debido a que contiene una alta cantidad de azúcar, trigo y grasa. Pero si no elevamos sus cantidades energéticas, también podemos usarlo para acompañar una comida convirtiendo este dulce desayuno en un rico postre, que además se puede tomar caliente, templado o frío, a placer. ¿Con qué te quedas?.
Ingredientes
250 gr. de sémola de trigo duro (molido fino)
30 gr. de mantequilla
30 gr. de miel
1 litro de agua (se puede sustituir por leche si se desea)
Pasas al gusto
Frutos secos o queso fresco (opcional si queremos comerlo como desayuno)
1 · Incorporar 250 gr. de sémola de trigo duro a una cacerola con una profundidad aproximada de 20 cm y tostar al fuego. Mover constantemente la cacerola en movimientos circulares para que no se nos queme la sémola.
2 · Una vez la sémola ha adquirido un color dorado/marronuzco, bajar la intensidad del fuego y agregar poco a poco 1 litro de agua (o de leche). Dejar que la mezcla rompa a hervir e ir incorporando agua hasta conseguir una textura similar a la de unas gachas (ni muy espesas ni muy líquidas).
3 · Retirar del fuego y añadir 30 gr. de mantequilla, que se fundirá con el calor de la preparación. Agregar a continuación 30 gr. de miel. Añadir también una buena cantidad de pasas, pero no todas.
4 · Dejar reposar la preparación unos minutos. Servir en cuencos y decorar con el resto de pasas e incluso con más miel al gusto por encima.