Barbacoas Mediterráneas: Entre dioses y Amigos.

210

En busca del fuego sagrado y el abrebotellas perdido

En cualquier terraza del Mediterráneo, y con cualquier motivo, se asa, se churrusca en honor a algo: a una fiesta, a un cumpleaños, a un santo. Desde muy antiguo ha sido así.

Nueve asientos había, y en cada uno estaban sentados quinientos hombres y se sacrificaban nueve toros. Mientras los pilios quemaban los muslos para el dios, después de probar las entrañas, los de Ítaca tomaron puerto […] allí se había sentado Néstor con sus hijos y a su alrededor los compañeros prepararon el banquete, ya asando carne, ya espetándola en los asadores.

La Odisea, Homero

collage mediterraneo

Toda la costa mediterránea huele a leña asándose, huele a homenaje, a hecatombe para quién sabe qué dioses, a humo, a libación de vino y deleitarse en el placer de la charla y el asado. Ya no sé si nos quedan dioses, pero sí queda el mismo olor antiguo, la misma arena, el mismo sol con el mismo calor húmedo, la misma gente mercadeando. 

En la Odisea se ofrecía al invitado que llegaba, primero la comida y la bebida para brindar por los dioses, luego se preguntaba de dónde venía el caminante y la charla se mantenía durante todo el día hasta que, la Aurora, con sus rosados dedos, les ponía de nuevo en marcha hacia no se sabe qué batalla, qué empresa o qué destino. Ahora se hace de otra manera: se invita primero, se charla, se come, se liba y después procuras que tu comensal no llegue a la aurora y se vaya mucho antes. Se ha perdido galantería.

Todo asado es una celebración, detrás de la barbacoa hay un espacio abierto que se da, una sombra de árbol, una hamaca donde echar la siesta luego. Tiene la barbacoa algo de verbena pequeñita, doméstica, accesible; van llegando los comensales, se descorchan los vinos, se pierde siempre el abrebotellas, se acerca el perro sabiendo que algo caerá, el mantel ya está volándose hacia donde nunca conviene, el pan se sacó demasiado pronto. Pero después de una barbacoa viene la absoluta decadencia, el perro ya ha obtenido lo que esperaba y mancha de grasa todo el suelo previamente fregado, los huesos están por todas partes y el vino también. No dejamos de ser homo sapiens por muy intelectuales que nos pongamos y una barbacoa es ese volver a rodear un fuego, un volver al cuento relatado, inventado, es volver a la tribu bailonga y desocupada de tareas y tomar lo que antes teníamos de carroñero. 

Pero ¿qué implica tener una barbacoa para hacer un asado? Una casa grande, un espacio abierto, un lugar privado que te permita esa celebración y esa fiesta, pero se puede hacer una barbacoa en una terraza de un piso si no es una zona comunitaria. Aquí hay que emplear la imaginación de la hamaca, el bosque, la sombra del árbol, imaginar es lo que nos queda a los que vivimos en un piso con pequeña terraza. La próxima vez, en tu barbacoa, preparas las libaciones, sacas la barbacoa portátil, no miras el edificio de seguros de enfrente, procuras agrupar las macetas para que hagan un efecto Calipso, la diosa que raptó a Ulises en su espléndido jardín, te dejas llevar por el olor primario de la leña ardiendo y ahí mismo vendrán de nuevo las noticias de los dioses. Como dijo Hermes, el guía luminoso: admira cada cosa en su ánimo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cerrar
colandcol © Copyright 2023. Todos los derechos reservados.
Cerrar