El beso hipercalórico en forma de smoothie.
Sobredosis de placer, desdoblamiento astral y una idea de Teresa de Bernini. Ponte barroco, borrico, bizarro y entra directamente en cuenca sin ponerte a mirarla siquiera. Recordemos que los accesos místicos y las hiperventilaciones se daban siempre entre pucheros.
El smoothie es una bebida a base de frutas que empezó a hacerse fuerte con el descubrimiento de la batidora en 1930 (qué gran invento es una batidora), con toda la fruta exuberante de Sudamérica y con el movimiento sesentero y con la new age: refréscate y sé libre y sé sano y sé místico. Ponte en la línea de la línea y mantente joven patinando en plena California. Lo bonito de las recetas es que no tienen heredad, nadie sabe a ciencia cierta quién las inventa, y por eso van avanzando con pequeñas aportaciones y con esto acabamos en el smoothie de ahora: batidazo sin grumos, denso como el planeta Mercurio, en vez de litros podía venderse por g/cm3.
Ingredientes
70 g de plátano
600 g de frambuesas congeladas
380 ml de leche de coco
370 ml de leche condensada
150 ml de leche
Fuente: Revista Bimby Portugal
Con Thermomix, batidora o cualquier robot de cocina
Coloca en el vaso todos los ingredientes y bate unos 30 segundos hasta que los ingredientes estén bien mezclados y el batido adquiera una textura cremosa. Luego sirve.
Consejo: Es importante que la fruta esté bien madura para dar un toque de dulzura y prescindir del aporte calórico del azúcar mismo. Si eres un obseso de la dieta puedes endulzarlo con edulcorantes artificiales, pero entonces ya no eres un new age sesentero, eres un obsesivo de la dieta (de esos que después de echarle sacarina lo acompaña con un croissant de crema y se queja y dice que le engorda hasta el agua). Hay gente que en un arrebato de locura proteica le echa leche de soja, todo es probar. Nota: Es posible que todas las moscas del vecindario se te paren en los labios a causa de la dulzura, pero piensa mejor en un beso hipercalórico de labios y olvídate del mundo.